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                    ELLA Tú, mi novia de siempre, la lejana
 novia de blanca túnica ceñida;
 la nunciadora en cuya frente erguida,
 brilla el lucero azul de la mañana;
 tú, 
                    prometida y a la vez hermanaa quien buscó mi juventud florida
 y a quien, en el invierno de la vida
 buscaré aún con la cabeza cana.
 Tuyos 
                    fueron los brotes abrileñosdel cándido rosal de mis ensueños,
 su primer yema y su primer retoño;
 y 
                    hoy, - -pasador, los anos — como prendade constancia inmortal, te hago la ofrenda
 de este ramo de rosas de mi otoño.
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                      DESFILE 
                        BLANCO Iaura. 
                        Beatriz, Leonora. Desdémona, Julieta.destile suspirante de sombras adoradas
 de ojos beatos y céreas manos inmaculadas,
 fantasmas de mis sueños de niño y de poeta;
 en 
                    pasos espectrales y en actitud discreta pasáis por mis jardines internos, delicadas
 y aéreas con el suave prestigio de las hadas
 bajo una luz difusa de oro y de violeta.
 Entre 
                    vuestras siluetas de encanto diluido divaga, con las manos colmadas de azucenas,
 la mística silueta de la que no ha venido . . .
 Su 
                    cuerpo de celeste madona leonardina se pliega al excesivo peso de las melenas,
 frágil como una lámpara que apenas ilumina.
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                | EL 
                    BUSCAPIE  ( 
                    por: Juan Montalvo )  
                    Para 
                      un Hornero un Zoilo; si no, la envidia se queda con su hiel 
                      en el pecho. Para un Hornero un Escalígero; si no, 
                      la basura no cubre las piedras preciosas.Para 
                      un Virgilio un Mevio, un Bavio: preciso era que v inteligencia 
                      superior, corazón sensativo, alma pura, buenas costumbres, 
                      poesía en sus más erguidas y hermosas disposiciones 
                      tuvieran enemigos que las hicieran resaltar con el contraste 
                      de los vicios fingidos por la calumnia.Alfesibeo es un mágico que por medio de sus encantos 
                      obliga a salir de la ciudad a Dafnis, su amada, y venirse 
                      a él a pesar suyo. Hechicero! hechicero! grita Mevio, 
                      Brujo! brujo! grita Bavio. Los personajes imaginados por 
                      el poeta son el poeta mismo: las aventuras de los pastores 
                      de Virgilio son de Virgilio mismo.
 
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                      |  | PORTA 
                          DE LEON DE GREIFF |   
                      |  
                          Con 
                            Beremundo el Lelo, Leo le Gris, Alipio Falopio, Sergio 
                            Stepansky, Pantonto Bandullo y Abdenagodonosor el 
                            Tartajoso (o Tartamu-,do), y otros cuantos (Erik Fjordson, 
                            Gaspar, o Proclo, o Lope de Aguinaga, a manera de 
                            ejemplo), León de Greiff forma su generación 
                            poética.Son personajes bien extraños por cierto. Todos 
                            ellos nacidos en Medellín y todos en la misma 
                            fecha; todos barbudos y todos —a la vez— 
                            enamorados de una misma mujer (urna, imposible, vaga, 
                            o Rosa picara, o Melusina, o Lilia) y enamorados de 
                            la música; todos matemáticos y jugadores 
                            con las reinas (qué digo, ajedrecistas); todos 
                            fumadores de pipa y autores de siete (y más, 
                            si ellos quisieran ) Mamotretos, y bebedores de aguardiente 
                            y de 'maracuyá (con una fórmula de por 
                            sí nada definitiva, ni paradoja!, ni cantada 
                            en balada); todos muertos de la risa de sí 
                            mismos y de otros también y todos diciéndose 
                            desuetos; con los mismos oficios y dueños de 
                            los mismos misterios y autores de los mismos poemas 
                            que nos sabemos todos por que en ellos se encuentra 
                            ese algo tan antiguo y tan nuevo y tan extraño, 
                            en otros, que . es la poesía. :
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                    Pero 
                      en León de Greiff lo que se llama poesía no 
                      es antiguo, ni es nuevo, ni es extraño. Es simplemente 
                      eso: poesía. Y como a la poesía no se le1 
                      fijan límites ningunos (no hablo de la estética) 
                      León de Greiff no acepta fronteras en sus temas (lo 
                      mismo dice Rosa —Venus de Bolombolo y maritornes única 
                      que"todo no vale nada si el resto vale menos"), ni 
                      acepta fronteras de lenguaje (en él se da el español 
                      antiguo con la misma fluidez que las referencias, siempre 
                      risueñas, al alemán o al sueco), ni tampoco 
                      fronteras en sus imágenes, imágenes que recrea 
                      con multitud de citas, referencias históricas, conceptos 
                      mitológicos o —simplemente— imaginaciones, 
                      que dicen mucho a quien quiera profundizar en ellas con 
                      diccionario en mano o que dicen también —y 
                      mucho— a quien quiera acercarse a su obra solo con 
                      el oído bien despierto (y dispuesto) para captar 
                      la música, la fantasía y el sentido poético 
                      de todos y cada uno de sus versos.
 Y mejor hace quien deje e! diccionario de lado. De lado 
                      quiere decir al borde de la Academia (borde al cual no se 
                      asombrarnos un poeta que, como León de Greíff, 
                      sabe del sentido vital que tiene su palabra). Porque para 
                      "entender" esta serie de enumeraciones, imágenes 
                      y sonidos, juguetees, retruécanos, tonterías, 
                      agudezas y varios testimonios y hasta filosofismos, para 
                      llegar al fondo de esta poesía, única entre 
                      nosotros y única en mucho tiempo, para sentir la 
                      música en ella implícita y rodar, con ella: 
                      la poesía, de tumbo en tumbo por dónde quiere 
                      León de iGreiff que rueden sus lectores y, en fin, 
                      para captar lo que dice esíe fauno de la palabra, 
                      basta leer y dejarse llevar de la mano hacia una región 
                      no rnuy exacta, envuelta en cúmulos de paradojas, 
                      de referencias claras o no rnuy claras o precisas o vagas, 
                      donde quien lee se siente en otro mundo que' es, precisamente, 
                      el mundo de Leo el Estepario, de Leo Estrafalario, de su 
                      poesía. Con ello quiero decir que —por ejemplo— 
                      ante el "Relato de los Oficios y Mesteres de Beremundo" 
                      me importa sencillamente un rábano quién haya 
                      sido Efes-tión, Cunegunda o Epila Calunga, Enguerrando 
                      Segundo, Casanova, Gautama o Ibn-Batuta, o dónde 
                      queden Quindío, Titiribí, Envigado, ftagüí, 
                      o Cancán, o Heliconia, Ecbatana o la ínsula 
                      Barataría o dónde estén Sancho con 
                      ^su borrico, Buridán con su asno o Balaam consumía. 
                      Pero me importa", en fin, encontrar todo esto recreado 
                      y jugado (y jugoso) en un poema en el cual cuenta más 
                      la música, que la historia y mucho más la 
                      historia en su ironía que la historia en los cinco 
                      volúmenes del reverendo padre R.M. Granados.
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